¿Compramos en libertad?: Cómo el machismo influye en los hábitos de compra de las mujeres
por Andrea J. Fuentes Carreto
¿Compramos en libertad?: Cómo el machismo influye en los hábitos de compra de las mujeres
Quiero empezar diciendo que yo, la autora, soy una mujer que ha sido testigo de todo lo que aquí se va a hablar y cuyo círculo de mujeres ha tenido —o sufrido— las mismas experiencias. Creo firmemente que es necesario hablar de esto para poder cambiarlo en el futuro.
Cuando era niña, por ahí del 2005, recuerdo que en la tiendita había dulces “para niña” y “para niño”. Por supuesto, no lo decía la etiqueta, pero había chicles con tatuajes de Spiderman y chicles con tatuajes de Hello Kitty, huevitos Kinder con figuras de Cenicienta y otros con figuras de Hot Wheels. Luego iba a mi casa y los comerciales mostraban a niños jugando con coches y a niñas jugando con muñecas. En la escuela, todas mis compañeras usaban mochilas rosas con brillos, mientras que los niños llevaban mochilas con figuras de acción. Cuando me llevaban a comprar ropa, todas las blusas en la sección de niñas tenían mensajes “bonitos y tiernos”, mientras que en el área de niños había frases como Champion, Listo para la aventura o Superhéroe.
Al final, ¿cuál creen que era el dulce que yo una niña de 7 años elegía: el de Spiderman o el de Hello Kitty?
Y no se espanten, no me estoy quejando ni demeritando el impacto social de Barbie, a mis 26 sigo amando el rosa. Lo que quiero mostrar es que las decisiones de compra y los hábitos del consumidor se forman desde una edad temprana y están influenciados por el ambiente, la cultura, las normas sociales, la publicidad, la familia, los círculos sociales, el nivel socioeconómico, etc.
Lo que me lleva a la pregunta central de este artículo: ¿Cómo una sociedad machista sigue moldeando nuestras decisiones de consumo?
*Nota: Si la afirmación anterior de que vivimos en una sociedad machista o patriarcal te hace ruido, checa este TikTok antes de continuar:https://vm.tiktok.com/ZMkKupnpR/

La raíz del problema: el consumo basado en estereotipos de género
Ahora hablemos un poco de números:
- Las mujeres tienen el poder de decisión sobre 6 a 8 de cada 10 compras.
- Se estima que leemos un 40% más las etiquetas de los productos en comparación con los hombres.
- Tenemos una influencia del 89% en las decisiones de compra, lo que incluye la elección de marcas, productos y presupuesto.
- Reinvertimos hasta el 90% de nuestros ingresos en gastos para familias y comunidades, mientras que los hombres solo reinvierten entre un 30% y 40%.
- Durante la pandemia, las mujeres en América Latina fueron pioneras en la adopción de pagos digitales para sus compras (Kaspersky y CORPA).
- En México, el 80% de las mujeres tiene la responsabilidad de las compras diarias.
Con esto nos queda claro que tenemos un gran peso en las compras diarias y, en general, y si somos tan importantes en el consumo, ¿por qué somos las más afectadas por las marcas?
Un ejemplo es el pink tax (impuesto rosa), un sobreprecio aplicado a productos dirigidos a mujeres, cuya única diferencia con versiones neutras o masculinas suele ser el color. Un estudio de Profeco (2019) encontró que rastrillos, máquinas de afeitar y desodorantes son más caros en sus versiones femeninas.
Otro ejemplo: En México, un estudio realizado por Tiendeo.mx encontró que los productos de perfumería y belleza femeninos son, en promedio, un 11% más caros que los masculinos, especialmente en productos faciales.
Según un informe de NielsenIQ, las mujeres en América Latina gastan un 70% más que los hombres en productos de salud y belleza. Este comportamiento no es algo con lo que se nace, sino que factores sociales nos han orillado a esto, y muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello.
Ahora, si nos vamos un poco más atrás de la cadena, además de productos y servicios, la publicidad y comunicación suele influir en nuestros hábitos de compra. Las campañas publicitarias están basadas en insights obtenidos de estudios de mercado, que lo que hacen básicamente es preguntar a los consumidores lo que piensan, hacen, creen, harían, prefieren, etc., para crear campañas más efectivas.
Por lo que el tener campañas que perpetúan estereotipos de género, los cuales suelen ser machistas… Un ejemplo de esto es un anuncio de Doritos (2022) en el que mostraba a una mujer en una reunión de trabajo siendo interrumpida por un hombre que le ofrece un Dorito, sugiriendo que las mujeres “necesitamos un snack para calmarnos”.
O las marcas de toallas femeninas, quienes incitaban a las mujeres a tener un día normal y hacer mil cosas aun estando en su periodo con cólicos, minimizando el dolor y efecto que estos tienen en nuestro día a día, perpetuando la idea de que las mujeres “exageramos” el dolor o “no aguantamos nada”.
También, las promociones en antros y bares que ofrecen barra libre o bebidas alcohólicas gratis a las mujeres, esperando que estas se emborrachen y así poder atraer a más hombres, cuando en realidad lo que están ofreciendo al público no es alcohol, sino mujeres en estado de ebriedad.
Y como estas hay muchas más, algunas de estas podrían ser impensables en pleno 2025, pero recordemos que en su momento, estas campañas tuvieron gran aceptación y se reflejaron en chistes hacia nosotras en el ámbito laboral, normalización del acoso y violencia sexual, entre otras cosas.
Afortunadamente existe la contraparte, así como muchas marcas no han evolucionado y sus creativos siguen en la edad media, hay marcas que han cuestionado el mensaje que quieren enviar y darnos publicidad que inspira o cambia a una narrativa más equitativa, justa, segura y libre.
Mientras Doritos usaba “ser niña o hacerlo como niña” como un insulto, Nike sacó esta joya de campaña “Like a girl”, en donde muestra lo que realmente significa hacer las cosas como una niña/mujer.

Y esto no solo ocurre en la publicidad dirigida a adultos. Desde la infancia, niñas y niños son instruidos sobre los juguetes que “corresponden” a su género. Basta con ir a un aparador y ver la “sección rosa”, llena de moda, accesorios, bebés, cocina y más de lo que se espera de nosotras al ser mayores, mientras que la “sección azul” está llena de autos, aventuras, armas y dinosaurios.
Un análisis del Instituto de la Mujer en España reveló que el 38.5% de los anuncios de juguetes presentan a las niñas en arquetipos tradicionales, mientras que el 11% de estos anuncios las sexualiza. Aunque marcas como Barbie han comenzado a desafiar estas normas, aún queda un largo camino por recorrer y muchos hábitos por cuestionar.
Machismo y dinero: cómo se limita la autonomía financiera de las mujeres
Quisiera empezar esta sección con un cuestionamiento: ¿Si somos tan importantes para la economía y las empresas, por qué nos utilizan como señuelo para atraer a hombres, se burlan y nos violentan con su publicidad, y sobre todo, por qué si somos las que menos ingresos tienen, somos a las que les cobran todo más caro?
Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2022 la brecha salarial entre hombres y mujeres en México fue del 14%, lo que empeora el impacto del impuesto rosa, ya que las mujeres no solo pagamos más por ciertos productos, sino que también percibimos menores ingresos.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 del INEGI, el ingreso promedio trimestral monetario por persona fue de 26,860 pesos. Para los hombres, este monto fue de 33,964 pesos; para las mujeres, de 19,336 pesos, lo que representa una brecha de 14,628 pesos al trimestre.
Ahora, encima de que ganamos menos, los estándares de belleza y estereotipos nos llevan a gastar más, ¿de dónde sacamos el dinero que nos falta?
Es cierto que existe una expectativa de gasto social. Esto quiere decir que se espera (y ocurre) que las mujeres gastemos más en productos de salud y belleza. Según un informe de NielsenIQ, las mujeres en América Latina gastan un 70% más que los hombres en estos productos. Y dejaré una pregunta por aquí: ¿en qué gastaríamos si la presión social (no es así en todos los casos) no nos empujara a invertir en maquillaje y cuidado personal? Quizás en educación, ahorro, calidad de vida… No lo sé.
Otro punto clave es la carga de gastos invisibilizados y el trabajo doméstico no remunerado. No es sorprendente que las mujeres tomemos tantas decisiones de compra, considerando que, según el INEGI, en 2023 tres de cada diez hogares en México (33%) tenían a una mujer como principal o única proveedora económica. Esto ocurre en casos de madres solteras, viudas, divorciadas o cuando la pareja no contribuye significativamente al sustento del hogar.
Entonces, podría decirse que, al final, ganamos menos dinero, que tenemos que invertir en productos que no son esenciales y que además son más caros que el promedio. Y, encima de eso, si tenemos familia, hay una gran posibilidad de que el trabajo que hagamos en casa no sea remunerado, y lo que ganemos del trabajo que tengamos allá afuera también se espera que lo gastemos en familia.
Como que algo está raro, ¿no?

Comprar también es un acto político
Y bueno, para terminar, las mujeres seguimos enfrentando un sistema de consumo que se construye sobre estereotipos de género. Estos estereotipos no solo limitan nuestras elecciones, sino que también condicionan nuestras expectativas y nos obligan a gastar y gastar, sin importar la existente brecha salarial y sobreprecio de los productos dirigidos a nosotras.
La publicidad y las marcas continúan violentándonos y utilizándonos. A pesar de ser las principales responsables de las decisiones de compra, seguimos siendo explotadas por un sistema que nos exige, nos quita y nos dice lo que podemos y no podemos comprar.
Después de este análisis solo puedo decir que mi conclusión es que tenemos que exigir más y consumir menos de aquellos que no nos ven o tratan como seres humanos. Rechazar publicidad, productos y marcas también es una forma de cambiar la narrativa.
Es un gran paso saber que muchas mujeres que leerán esto no se sentirán tan identificadas con esta “opresión” de la que hablo, pero no olvidemos que nuestra realidad no es la realidad de la mayoría y que todo lo que ya ganaron nuestras abuelas a base de marchas, rebeldía y exigir justicia, siempre estará en la cuerda floja, por eso en pleno 2025 no podemos quitar el dedo del renglón.
«Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos” – Simone de Beauvoir.
*Insights: Lo que las personas quieren o piensan siendo o no conscientes de ello.
*Estereotipos de genero: https://vm.tiktok.com/ZMkEA11fA/
Bibliografía:
Duque, V. (2024, junio 19). La Influencia de las mujeres en las compras en América Latina. Americas Market Intelligence Market Insights That Unlock Opportunities in Latin America; Americas Market Intelligence. https://americasmi.com/insights/tendencias-consumo-mujeres-america-latina/
Galeano, S. (2020, marzo 10). Estas son las preferencias y hábitos de consumo de las mujeres mexicanas y latinoamericanas. Marketing4eCommerce México. https://marketing4ecommerce.mx/estas-son-las-preferencias-y-habitos-de-consumo-de-las-mujeres-mexicanas-y-latinoamericanas/
Procuraduría Federal del Consumidor. (s. f.). Impuesto rosa: La utilidad no tiene color. gob.mx. Recuperado 27 de febrero de 2025, de https://www.gob.mx/profeco/articulos/impuesto-rosa-la-utilidad-no-tiene-color?idiom=es&utm_source=chatgpt.com